LOS DÍAS DE CAMPO DE LA QUINTA
Como no queriendo que no termine la Semana Santa, los judíos de La Quinta han tenido tradicionalmente un día de convivencia en el campo con una fecha invariable desde hace cuatro décadas, el 1º de Mayo de cada año. Caiga como caiga… que decimos cuando nos preguntan por qué no lo pasamos al fin de semana más próximo, y siempre han tenido la misma respuesta: esto se viene haciendo así y hasta la presente nadie se ha planteado un cambio. Las caras de las familias de esta centenaria cuadrilla lo dicen todo y, afortunadamente, cada año somos más los que recordamos este encuentro anual de amantes del tambor y de La Quinta, para pasar un Día de Campo en hermandad.
El inicio de estos encuentros nos lleva, una vez más, a tiempos de Don José Gan y una finca emblemática para La Quinta: Betanzos. En el número de Cancionero de Abril de 2021, Antonio Mesa Priego se ha referido a las «famosas celebraciones en Betanzos, donde no había distinción de “colas” entre los invitados y reinaba un verdadero ambiente cofrade». La escasez de documentación sobre aquellos años, se compensa con el tradicional “boca a boca”, y con el testimonio oral de judíos veteranos de la cuadrilla, como Luis Martínez Toledo, que también nos ha facilitado algunas fotografías de aquellos años y de la postguerra.
Foto: D. José Gan (al volante). D. José Toledo Ruiz (derecha).
Vehículo propiedad de D. Manuel Bujalance Rodajo
Al parecer, Don José Gan estableció que una parte los frutos de la finca Betanzos fuesen para el sostenimiento de la quinta cuadrilla de judíos. Había judíos que ayudaban en las tareas propias de la finca y algunas jornadas culminaban con una comida. En la época de Don Francisco Roldán esta costumbre continuó un tiempo. Por otra parte, en los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, también continuó la tradición de reunirse en las huertas de Baena para celebrar “Pascua de las Lechugas”, y tocar el tambor de caña. Esta celebración terminó con la recuperación de la procesión del Resucitado en 1959 pero, como veremos más adelante, las lechugas siguen estando muy presentes en las comidas de campo de la 5ª.
Foto: Cuadrillero Natalio Aguilera y varios judíos de la 5ª con el tambor de caña.
Posteriormente, hay que remontarse a la celebración del 50 aniversario de la Quinta, que se celebró en 1978 (con algo de retraso) y siendo cuadrillero Antonio Aguilera Urbano, para encontrar un antecedente claro esta celebración del día de campo con periodicidad anual. En 1978, el domingo 7 de mayo se celebró una Santa Misa de acción de gracias en San Francisco y posteriormente una comida de hermandad en el campo. En 1979 se acordó que el día de campo se celebraría con regularidad anual en los primeros días de mayo, y se hizo constar el sincero y cordial agradecimiento a Dª Julia de Prado Santaella, por la atención de ceder su finca de las Gamonosas para la fiesta de hermandad de la cuadrilla; ese año se celebró la comida de hermandad el día 20 de mayo, y el año siguiente el día 11 de mayo. No fue hasta 1982 cuando se estableció como fecha fija el día 1 de mayo, y así ha sido desde entonces, y es voluntad de la cuadrilla que así permanezca.
Varios lugares han sido elegidos para la celebración del día campo, uno de estos lugares fue el paraje del Puente de Piedra. Es ahí donde se encuentran mis primeros recuerdos de este día de campo desde que me incorporé a esta cuadrilla que tanto quiero y respeto. Mis recuerdos me llevan a una jornada en la que sorprendentemente se servían en el desayuno un bocadillo de caballa con lechuga de la vega. Es justo decir que aún perdura esta curiosa tradición, aunque ya son menos los bocadillos y más las cucharas del arroz como plato principal del encuentro. Pero los rostros de los entusiastas de la “caballa y lechuga” son casi siempre los mismos, y son los que a continuación van preparando todo lo necesario para pasarlo bien. Organizados y guiados por el cuadrillero se transportan mesas, sillas, tableros, utensilios de cocina, las viandas y la bebida fresquita, pues estamos en mayo y en el campo.
Aquellos días de campo en el Puente de Piedra tenían algunas costumbres que todavía conservamos. La visita, agradecida siempre, de los Hermanos Mayores de nuestras dos cofradías. A cuyo efecto se aprovechaba para distinguir a los judíos más veteranos de la cuadrilla imponiéndoles distinciones por sus 25, 50 ó 75 años a los que correspondiera. Pasado algún tiempo, y ya en otros parajes, se han incorporado a esta celebración otros invitados como los demás bastones de la cola negra. Esta hospitalidad es algo que llevamos a gala y pretendemos que perdure cien años más, si cabe. En los peroles de arroz y carne en salsa siempre recordaré a Mariano, el del cine Avenida. La tarde estaba amenizada por los concursos de “chistes” contados con la megafonía de la tienda de Natalio Aguilera, decana en materia eléctrica de Baena y con la ayuda de los hermanos Guerra.
Pasado el tiempo el cuadrillero Antonio Aguilera ofreció su Almacén de Butano, en la carretera de Albendín, para celebrar este Día de Campo. Aquí cabe reseñar que en esta etapa se incorporó la mujer a esta celebración. Las mujeres eran testigos cercanos de la entrega de las insignias de antigüedad; Antonio Aguilera impuso la costumbre de obsequiar con un rojo clavel a nuestras invitadas. Otro recuerdo de esta época del Butano es el tradicional sorteo que Antonio implantó, unas veces un cuadro de Jesús Nazareno, otras veces un pañuelo de seda o cualquier regalo que se le ocurriera. Para ello siempre contó con Rafael Pozo Ariza, a la sazón Vocal de Sorteos y Loterías de la cuadrilla. También mis recuerdos me transportan a mesas de juegos de cartas por la mañana después del desayuno y antes del almuerzo. Otra curiosidad que implantó Antonio en su almacén de butano fue la de terminar el día de campo con la fritura de “los huevos del cuadrillero”. Antonio, uno a uno los acariciaba y rotaba como haciendo albóndigas, los huevos antes de entrar en el aceite. Todos esperábamos aquellas bandejas de huevos con ajos y vinagre preparados por Antonio. En su recuerdo se siguen haciendo lo mismo la tarde del Domingo de Resurrección en el cuartel para despedir la Semana Santa y a los más tardíos en recogerse. Al mando de los fogones en esta época estaba nuestro querido y recientemente fallecido Antonio Cabezas Salamanca, ayudado por el cocinero que aún permanece en estos días con nosotros, Juan Carlos Garrido Pozo.
Otro hecho que recuerdo de aquella época, y que tristemente se va perdiendo es el cante de nuestro Himno: “Que viva la 5ª”. La letra de este himno fue compuesta, entre otros, por Rafael y José María Pozo Ariza, Alfredo Osuna Serrano, José Luis y Antonio Ocaña Aguilera, y José Nicolás Fernández Montero; y música de … “¡Y viva España!”. Siempre se cantaba en la entrega de insignias.
A este emblemático lugar le seguirían otros entornos, campestres siempre, y que me traen grato recuerdo. Sin ánimo de olvidar alguno recuerdo el paraje Miraverde, de Guillermo Alba. A este le seguirían el campo de Antonio Olmedo, suegro de José Nicolás Fernández, camino de Albendín. Allí recuerdo el año en que se entregó la insignia de platino y brillantes por 75 años en La Quinta a Don José Quintero Cabezas, judío de esta cuadrilla siendo cuadrillero Don José Gan Roldán con quien se inicia este periodo centenario de celebración. También fue allí, bajo la dirección de Pepe Ramírez Cáliz como cuadrillero, la entrega de la insignia de oro de 50 años a Natalio Aguilera Vázquez, hijo del querido cuadrillero Natalio Aguilera Urbano, entrega que se hizo, en 2008, en presencia de la esposa de éste y madre del distinguido, Doña Mercedes Vázquez Rojano.
Foto: Cuadrillero José Ramírez y judíos de la 5ª. Finca de D. Antonio Olmedo Bravo
Mas tarde sería el chalet de uno de nuestros judíos, Manolo Jiménez Serrano, en la urbanización del Zambullo donde nos reunimos varios años. Nuestro agradecimiento al mismo por su entrega y dedicación a esta celebración que nos ocupa.
Bajo el mandato de Pepe Ramírez esta cuadrilla dispuso de un magnífico entorno dentro del casco urbano. Sería “Villa Araceli”, propiedad de José Manuel Tutau Trujillo, gran entusiasta de la Semana Santa de Baena, recientemente fallecido, donde pudimos disfrutar de algunos años inolvidables. La cercanía del lugar junto a las estupendas instalaciones del mismo hacía que cada año creciese el número de asistentes.
Por último, esta cuadrilla ha recalado en otro paraje cercano al casco urbano, también en la carretera de Albendín, y que ha sido gestionado por nuestro querido tesorero Antonio Javier Aguilera Vázquez. Se trata del campo de Alberto Ariza. Estupenda instalación en la que pasamos de 100 los asistentes cada año a esta convivencia consolidada con ocasión del cincuentenario de la 5ª cuadrilla, y que hoy glosamos en estas letras. En este entorno quisiera destacar que en el día de campo de 2019 se hizo entrega de una distinción especial a Antonio Mesa Sevillano por su gestión como Presidente Nacional de las Jornadas del Tambor y del Bombo, y más concretamente por su consecución de la distinción a las Tamboradas y el tambor de Baena como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad concedida en noviembre de 2.018.
Foto : Cuadrillero Francisco Tovar entrega distinción a D. Antonio Mesa. Finca D. Alberto Ariza.
Seguro que algo habrá quedado en el tintero del olvido, pero de lo que estoy seguro es de querer transmitir este espíritu de Día de Campo de La Quinta que hace que cada año, llegada la primavera, nos juntemos bajo una misma bandera, la del tambor de Baena y miremos de reojo a quienes nos precedieron y que seguro elevan su copa de vino en abrazo celestial con nosotros. Esa hilera de rostros orgullosos de haber puesto su granito de arena en esta Cuadrilla que con júbilo celebra año tras año su DIA DE CAMPO.
¡¡VIVA LA QUINTA !!
Paco Tovar. Cuadrillero
Hacer constar que la foto entregada por mi persona, pertenecía a mi tío Antonio Toledo Rabadán. En la actualidad,pertenecen a sus hijos.
ResponderEliminarGracias por tu aclaración. Sin duda es un documento histórico de gran valor.
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