Por la calle La Doctora, empinada y sembrada de
guijarros, subían los “hermanos de andas” al “Abuelo” – así llamaban popularmente
al Nazareno- hasta la Almedina. Recuerdo –yo era un niño- aquel dia- cómo la
amanecida se asomaba por el horizonte que parecía plagiado de las auroras de El
Greco. La Guardia Civil se mantenía alerta.
-¿Qué pasa?
- Qué quieren cambiar el camino de Jesús ¡Los muy m…!
Querían que la procesión no subiese por La Doctora y
sí por la calle Mesones, más llana y más cómoda.
-Dicen que no lucen las procesiones por esas calles
que además ¿sabe usted? son calles de mujeres…
- ¿Qué mujeres?
-De mujeres que no merecen que pase Jesús ante sus
casas.
Las dos beatas, tan chismosas, no sabían el aprecio
que Jesús tenia por la Magdalena. La gente esperaba con expectación al Nazareno
de impresionante señorío en la mirada: tristeza, compasión, dolor y esperanza.
Ya subía en sus andas plateadas por la calle San Bartolomé. Se oían, y
aumentaban, los gritos:
-¡Queremos al “Abuelo” por nuestro barrio…!
La Guardia Civil se veía impotente para calmar los
ánimos ante el imponente ruido que se acercaba.
-¡Los judíos!
Eran cientos de tambores, eran cientos de sonidos al
chocar las baquetas sobre los pellejos..
Era la “turba” de la “cola negra” y una saeta se oyó en la lejanía:
“Cristo moreno pasa / de lirio de Judea / a clavel de España. /
¡Miradlo por donde viene!”
Al frente de la “turba” iba la Quinta. Yo, como niño “judío” tocaba el tambor en la fila del medio. Los plumeros rojos, amarillo, verdes, se movían encima de los cascos dorados. Las chaquetas color sangre contrastaban con los pantalones negros; como el lacito encima del 5 que llevaba el cuadrillero en la solapa. Era la señal de luto por la muerte violenta, en el convento de San francisco, del fundador de la cuadrilla, don José Gan.
La Quinta siguió subiendo, al igual que Jesús Nazareno, por la calle La
Doctora. La Guardia Civil se quedó como paralizada. No evitó que la procesión
siguiese como siempre .¿Un milagro?. Alguien gritó llorando:
-¡Al Adarve para que Jesús Nazareno dé allí la bendición… ¡
Sí, yo era un niño “judío” y nunca olvidaré aquel Viernes Santo. Me solía decir mi tío Fernando:”Se conoce por la pinta que eres un judío de la Quinta”.
Han pasado los años y la procesión del Viernes Santo cambió varias
veces de itinerario. La Semana Santa como tantas cosas se hizo espectáculo.
Recuerdo que en la revista “Tambor”, dirigida por mí en 1960, escribió un artículo
Miguelito Fuentes y en él decía con cierta ironía: “Lo de Adán y Eva y el
costalito Romero se escenificará algún día en la Cruz del Segador”.
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